Sentido sagrado
La comida, que es el motor por el cual decidí venir no me decepciona y
desde el segundo día encontré lo que denomino el risotto cora. Es un arroz rojo
de consistencia cremosa, húmeda, llena de sabor, muy diferente al arroz de los
mestizos. El maíz es un elemento fundamental, el pinole es parte de las
ofrendas, útil para curar, limpiar, bendecir, atraer buenas cosechas. La parte
comestible no puede faltar en forma de tortilla, tamales sencillos rellenos de
frijol en forma muy petit, como un regalo, también hacen mole, como el de
Huajicori, ¿recuerdan al guaje que les conté al inicio del recorrido? Aquí
también hacen salsa de guaje, pero el señor Ismael es muy previsor. Ellos lo
cortan en temporada, lo secan y tuestan, así se aseguran este manjar para todo
el año, luego lo muelen en el molcajete con el chile, agua y sal. Los frijoles
que hacen son riquísimos, tal vez sea la leña.
Por parte del Museo de los Cuatro Pueblos, me pidieron que escribiera un
artículo sobre mi experiencia, les comparto algunos fragmentos:
Para la tribu Cora, habitantes de la sierra del Nayar, al igual que
muchos pueblos de Mesoamérica, el maíz es sagrado. El maíz es madre que
alimenta, sustancia misma del hombre, se es parte de él y como tal se le debe
reverencia. Al consumirlo, el hombre se apropia de su divinidad y participa de
ella, como una hostia.
Los coras, encuentran su paralelismo con las fiestas Dionisiacas, las
fiestas de primavera, en las que el hombre participaba del dios mismo al
ingerir el vino y entonaba himnos fálicos con la finalidad de hacer producir la
tierra. Para ellos, el hombre se vuelve creador en los ritos de fecundación, es
un receptor-dador, recibe el grano de lo alto y simbólicamente devuelve de su
simiente a la tierra durante la danza de la tortuga (durante esta danza
realizan movimientos pélvicos como si estuvieran copulando y algunos se tiran
al piso, algunas tribus africanas tiene rituales semejantes con propósitos de
buenas cosechas). Durante los festejos de semana santa, los coras se borran de
su humanidad para volverse seres salidos del río, portando variadas máscaras,
algunas de nariz fálica sin morbo alguno. “Algunos visitantes se espantan de la
danza de la tortuga y las máscaras, pero es la vida misma y nosotros debemos
fecundar la tierra [con el rito], para que ésta produzca”, dice Don
Ismael. Es necesario fecundar, para dar
a luz el maíz y así participar de un proceso de recreación.
Durante los ritos, la comunidad entera es vital. La mayoría de los
hombres danzan, mientras el resto de ellos, junto con las mujeres se encargan
de la preparación de los alimentos. Si eres observador, es muy probable que te
lleven prisionero a cocinar. Vendrán enmascarados y te llevarán dentro de una prisión móvil,
formada por sus espadas, hasta la cocina comunitaria. Llegar ahí es un viaje al
sentido profundo de comunidad, donde hombres y mujeres, con roles definidos y procesos muy sistematizados
elaboran el alimento para los participantes. Hay fogones en todas partes, una
mesa larga rectangular con varios molinos, otra con muchos metates que no
descansan, existe otra área en donde sólo se prensa la masa y se echan las
tortillas al comal y otra es la persona encargada de dar la primera vuelta,
otra persona diferente da el giro final para que la tortilla se infle. Todo
esto elaborado principalmente por mujeres, mientras que los hombres se encargan
del arroz rojo, la calabaza hervida, los frijoles y el pescado seco frito
(claro que las mujeres elaboran previamente las salsas). Todo este esfuerzo
resulta en los más ricos tacos de arroz y frijol que haya probado, pescado en
caldillo, calabaza hervida y plátano macho en miel.
Este es el alimento del ritual, el sentido de comunidad cora. Sin éste,
no podría haber celebración, pues el hombre necesita ser partícipe de la
divinidad del maíz, para en reciprocidad darle vida. El maíz, como madre está
ligada al subconsciente, su olor, sabor y textura están grabados en las fibras
más profundas de sus hijos. Alejo Carpentier, lo describe así:
“Pero, ahora, un tamal de
maíz, alzado en tenedor, se acercaba a sus ojos, descendiendo hacia su boca.
Cuando lo tuvo frente a la nariz, una emoción repentina, venida de adentro, de
muy lejos, de un pálpito de entrañas, le ablandó las corvas, sentándola en una
silla. Mordió aquello, y, de súbito, su cuerpo se le aligeró de treinta años.”
El recurso del método
Me atrevo a decir, que el maíz, es la “hostia”, que une tanto a los
coras, resto de los nayaritas, a todos los mexicanos y, visto desde estas
profundidades, la frase “sin maíz, no hay país”, tiene un sentido sagrado.
Se habrán dado cuenta lo mucho que me impacta esta experiencia, los
invito a vivirla al menos una vez en la vida.
Me quedo con la calidez traducida en ojos
sinceros de los coras, que con razón, ven recelosos a los mestizos. La cercanía
que pude tener con la familia de Marco y Leovi, la atesoro, sus platillos
llenos de sabor con 5 ingredientes utilizados en diferentes formas, el disfrute
de lo cotidiano y admiro su sentido de pertenencia, arraigo a sus raíces,
creencias, su identidad.
A sacred
meaning
Food which
was the drive that motivated me to come here, did not disappointed me. On the
second day I came across to what I call the Cora risotto. It is a red rice with
a creamy, humid consistency, full of taste, very different from the rice we
mestizos prepare. Corn is a fundamental element, toasted and ground corn, called
pinole is useful to cure, clean, bless and attract good harvest. What cannot be
missed in any meal are tortillas, out of corn they also make very small almost
petit like a nice gift beans tamales, they also prepare corn mole, like the one
in Huajicori. Do you remember the seeds from the Guaje tree I mentioned at the
beginning? Coras, also make guaje sauce and Mr. Ismael is very foresighted. He
cuts guaje seeds during the season, dries and toasts them, in that way they can
enjoy this delicacy all year round. It is ground in molcajete with peppers,
water and salt. Their beans are wonderful, it might be the wooden stove.
The Four
Peoples Museum ask me to write an essay on my experience with the Cora people,
I´ll share some fragments:
For the
Cora Tribe, inhabitants of the Nayar Sierra, like other peoples of Mesoamerica,
corn is sacred. Corn is the mother that feeds men, substance of men, men are a
part of her and as such must be venerated. When eaten, men participate of this
deity and participates like a host.
The Cora
people, find their parallel in the Dionysian celebrations, the spring
celebrations, when men participated of the god itself in form of wine and sung
phallic hymns with the purpose of making earth produce. To them, men becomes a
creator in the fertility rites, he is a receiver-giver, men receive the seed
from above and during a symbolic dance they give that seed to earth. It is call
the turtle dance (in this dance men perform pelvic movements as if they were
copulating, some even throw themselves to the floor, like some tribes in
Africa). During the Holy Week celebration, some Cora men erase from their
humanity to become beings of the river, wearing different masks, some have
phallic noses without morbidity. “Some visitors get startle at the turtle dance
and the masks, but that is life itself, and we need to fertilized earth (with
rites) in order to make it produce”, says Mr. Ismael. It is necessary to
fertilize, to give birth to corn and in doing so participate in an act of
recreation.
During the
rites, the participation of the entire community is vital. Most men dance,
while the rest of them, along with women are in charge of preparing food. If
you are an observer, it is likely that you will be taken prisoner to cook.
Masked men will take inside a mobile prison, form by their swords to the
community Kitchen. Getting there is a trip to the deep meaning of community,
where men and women, with very defined rolls and very structured process cook
for all the participants. There are wooden fires all over the place, a big
rectangular table with several hand mills, another one with stone metates that
never rest, there is another area where corn dough is press and the tortilla is
laid in the comal (big pan), another person is in charge of turning the
tortilla over. This part is made by women, while men are in charge of red rice,
boiled sweet pumpink, beans and fried dry fish (women previously prepare the
sauces used by men). All this effort results in the tastiest rice and beans
tacos I have ever tried, also fried fish in red sauce, boiled pumpkin and
bananas in honey.
The above
mentioned dishes are the ritual foods, the community Cora sense. Without it
there couldn´t be a celebration, men need to participate of the corn deity, to
give life back to it. Corn, as a mother, is linked to the subconscious, her
smell, taste and texture are sealed in the deepest nerves of her children.
Alejo Carpentier describes it this way:
(I´ll dare
to translate it)
“But now, a
corn tamal, raised in a fork, was coming near her eyes, descending to her
mouth. When she had it by her nose, a sudden emotion, from insight, form far,
from her bowels, weaken her knees, forcing her to sit. When she bit it,
suddenly, her body became thirty years lighter.” El recurso del método.
I dare to
say that corn is the host that unites the Cora people, the rest of the Nayarit
inhabitants, to all Mexicans, and from this view point, the phrase “without
corn, there is no country”, has a sacred meaning.
You might
have realized how this experience has impacted me, I invite you to live it at
least once in a lifetime.
I keep the warmth translate it the sincere eyes of
the Cora people, that rightfully keep a distance from the mestizos. The bond I
could built with Marco´s family and Leovi I cherish it, their food full of
taste with only 5 ingredients used in several ways as well as the pleasure
taken in daily life and I admire their sense of belonging, their grounding to
their roots, believes an identity.
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