Desde antes que tenga memoria San Blas está en mí. Mis abuelos se
conocieron ahí, mis padres viajaron constantemente a este puerto y el mar que
está en mi memoria última es el de Matanchén y San Blas. Se podría decir que
los sabores que personalmente reconocía como auténticamente nayaritas, son los
de esta región (por las razones mencionadas). Ahora que Roberto me acompaña, la
primera zona que visitamos es San Blas, Matanchén y lugares circunvecinos.
Llegamos una noche lluviosa y el amanecer continuó así. Cerca de las 10
am salimos del departamento, que amablemente el Dr. Agustín Bishop nos prestó
para hospedarnos. Hay un parador llamado de las aves, cuya vista es maravillosa
y le advierto a Roberto, de nuestra escala para que tome fotografías. “Pero,
¡por qué la gente es tan sucia! Cuántos huevos tirados”- digo al acercarme al
lugar y me estaciono al lado de esta basura. Mientras Roberto se baja para
realizar su labor, yo dirijo la mirada hacia esta “basura” y veo una plasta
negra. Me acerco y veo ¡un cocodrilo bebé recién salido del huevo! Rápidamente
pienso que si hay bebés cocodrilos, mamá cocodrilo debe estar muy cerca. Así
que de un grito advierto a Roberto para que se suba al coche. En un brinco los
dos estábamos arriba… nos alertamos, vemos a nuestro alrededor para ver y
escuchar los sonidos, e intentar percibir si la mamá cocodrilo estaba cerca. No
vimos, ni escuchamos nada. Nos volteamos a ver, asentimos en silencio salir del
coche nuevamente, pero esta vez dejamos las puertas abiertas por si algo pasaba
poder ingresar en él rápidamente.
Presenciamos un espectáculo de la vida, el primer cocodrilo empieza por
puro instinto a caminar, luego dos huevos balancearse de un lado a otro y en
fracción de segundos el pico negro se empieza a asomar en una lucha por vivir. Un
regalo de Dios, de la naturaleza y otra señal, al menos para mí, de lo
extraordinario de mi empresa y de esa fuerza universal guiándome.
Así da inicio nuestro día.
Al entrar a San Blas elegimos al azar una de las tantas ramadas que te
reciben a la entrada del puerto, se llama Mariscos Yunuen. Aquí inicia mi
indagatoria sobre la gastronomía del lugar, los platillos que suenan son a base
de camarón en diferentes formas y el uso del asador para los pescados y
langostas, el distintivo es el uso de madera de mangle que es “lo que da el
sabor”. Al entrevistar a Joel, el hijo de la dueña y el encargado, enfatiza las
palabras: fresco, sacado del mar, comprar con los pescadores y veo en su rostro
una mirada llena de satisfacción. Más allá del olor a sal marina lo que respiro
es: calidez, vida, sencillez, niños corriendo, mujeres cantoneándose al
trabajar. Joel, nos extiende la invitación a desayunar con ellos, qué
privilegio compartir un plato de chilaquiles y frijoles con ellos. Entonces me
doy cuenta que llegamos al lugar correcto, pues este platillo tan sencillo
tiene unas notas perfectas de sabor.
Joel nos lleva a un lugar llamado la U por las partes internas del
pueblo. Es donde están los pescadores, pues tengo la intención de poder
acompañar a uno de ellos en un día de trabajo.
Transitar por las calles internas de San Blas es respirar la vida misma,
es un pueblo donde la bicicleta es el medio de transporte (algo inusual en
México), niños, jóvenes, viejos, hombres, mujeres se mueven al son de cada
pedaleada. Al pasar por un galerón muy grande techado, presencio un arte que
nunca me había detenido a contemplar: el remiendo de redes. Bajo su resguardo
hay varios pescadores que sostienen las redes de los pilares y con algo que
parece una aguja gigante van tejiendo con maestría, en rombo; donde algún pez
la rompió. “Aquí todos sabemos hacer este trabajo”, me dice Iván. “Las redes
cambian su tamaño dependiendo lo que se vaya a pescar”, Aclara. “Oiga, ¿y qué
es lo que comen aquí?”- Pregunto. “Uy, pues aquí camarones, pescado, ostiones, caracoles,
ceviche y a nosotros los pescadores nos gusta fresco. El pescado del día
anterior no nos lo comemos. En las palapas luego le ponen muchas cosas al
marisco, a nosotros no nos gusta así.”
Es como inicio mi relación con Iván Tizcareño y los pescadores que trabajan con él, en su mayoría familiares. Poco a poco se van reuniendo en torno mío y cada uno hace su aportación: caldo de pescado, campechanas, aguachiles y ceviches en distintas formas, cada uno de ellos tiene una especialidad…”¿me enseñan a preparar los mariscos como ustedes los comen?”, finalmente les pregunto. Asienten, yo hago parte de las compras y ellos otra. “En el mar, la vida es más sabrosa; en el mar, te quiero mucho más…” dice una canción. Al convivir con ellos el sabor y la querencia del trópico se hace carne en mí. Los aromas son cilantro, cebolla, chile verde, pulpo, camarón, caracol, callo de hacha, limón, crujir de tostadas y la cerveza con sus burbujas, como fuegos artificiales en mi boca. Todo es maravilloso y se tornó alucinante cuando sacaron unos camarones azules de calidad premium ¡para hacerme un ceviche de camarón!, “privilegio único de los pescadores”, aclaran. ¿Se le puede pedir algo más a la vida?, mis sentidos al límite estallan cuando uno de los primos de Iván arriba con varios costales de ostiones recién sacados del estero, oliendo a espuma de mar entran en mi paladar uno tras otro; mientras me van aclarando, este ostión es de raíz; este de estero y aquél de piedra…finalmente distingo las variedades.
Hoy ha sido un festín de emociones; el menú de mi paladar: ceviche de camarón azul, tres variedades de ostión fresco, cazuelita de pulpo, caracol, camarón, callo de hacha y ostión.
San Blas
The San Blas port has been in me, before my
memories begin. My grandparents met there, my parents traveled constantly to
this place and the ocean existing in my deepest thoughts are Matanchén and San
Blas. You could say that the flavors I would personally recognized as authentic
from Nayarit, were of this region (for the reasons above). Now that Roberto is
traveling with me, the first region we are visiting is San Blas, Matanchén and
the nearby places.
We arrived on a rainy night and the next morning
continued this way. We left the apartment, that kindly Dr. Agustín Bishop let
us use, around 10 am. There is a sightseeing place call the “bird watch place”
that has a wonderful view and I warn Roberto that we are going to stop there,
so that he can take pictures. “But why people is so dirty! Look at all those
eggs thrown here!” I complained. While Roberto gets out of the car to begin his
duty, I gaze at this “trash” and I perceive a black thing. I get near and I see
a baby crocodile! I quickly think that if there are babies’ crocodiles there
must be a mummy crocodile around. So in a scream I warn Roberto to get in the
car. In a jump we were inside… being alert to any sign or sound that might
alert us from mummy crocodile being around. We did not see or heard anything.
Looking at each other, without a word we agree to get out, but this time doors
were left open just in case.
We witness a miracle of life, the first crocodile
out of instinct begins to walk, then two eggs begun rocking and in a fraction
of a second a black pick shows out the egg in a fight for life. A gift of God,
of nature and another sign; at least to me, of the extraordinary of my endeavor
and the universal force guiding me.
That´s how our day begins.
Driving into San Blas, I choose at random a typical
restaurant called “palapas” named Mariscos Yunuen. My research on the food
begins here. Most of the dishes are made out of shrimp in a variety of ways and
the grill is used for fish and lobster, the distinctive flavor is given by the mangrove
wood. When interviewing Joel, the son of the owner and the manager, he
emphasizes the words: fresh, just catch
out of the ocean, buy to the fisherman and I look in his eyes satisfaction. Beyond
the ocean salty smell, what I breathe is: warmth, life, simplicity, children
running, women moving with rhythm as they do their job. Joel, invites us to
share breakfast with them: chilaquiles
and beans. Trying the first bite, I realize I am in the right place, such a
simple dish has perfect notes of flavor.
Joel guide´s us to a place call “U” not through the
main roads, familiar to me. That is the place where fisherman are. I have the
firm intention of asking one of them to let us join him in one of his fishing
working days.
To drive through the internal parts of town is to breathe life itself; is a place where bicycle is the mean of transportation (very uncommon in México). Children, the young, old men, women move pedaling. Driving through a shed I notice a man performing an art I had never stop to contemplate: the patching of the net. Under the roof, there are several fishermen, with their nets tied up to the pillars and with what looks like a giant needle, skillfully the patching takes place. “Everybody here knows how to this job”, says Iván. “Nets change the size of the hole, depending on what you intent to fish”, makes it clear to me. “Hey, and what do you eat around here?”- I ask. “We eat shrimp, fish, oysters, winkle, scallops, ceviche (a dish with raw fish or shrimp) and to us fishermen, like it fresh. We do not eat fish from the day before. In the restaurants around the beach, prepare them with too much stuff, we don´t like it that way.”
To drive through the internal parts of town is to breathe life itself; is a place where bicycle is the mean of transportation (very uncommon in México). Children, the young, old men, women move pedaling. Driving through a shed I notice a man performing an art I had never stop to contemplate: the patching of the net. Under the roof, there are several fishermen, with their nets tied up to the pillars and with what looks like a giant needle, skillfully the patching takes place. “Everybody here knows how to this job”, says Iván. “Nets change the size of the hole, depending on what you intent to fish”, makes it clear to me. “Hey, and what do you eat around here?”- I ask. “We eat shrimp, fish, oysters, winkle, scallops, ceviche (a dish with raw fish or shrimp) and to us fishermen, like it fresh. We do not eat fish from the day before. In the restaurants around the beach, prepare them with too much stuff, we don´t like it that way.”
That is how my relationship with Ivan Tizcareño and
the fishermen that work with him begun, most of them his relatives. Little by
little, they begin gathering around us and each one of them contributes: fish
soup, campechanas (a seafood soup), aguachiles (a very hot ceviche) and
ceviches (raw shrimp or fish marinated with lime), each one of them has his
special…”Would you teach me to prepare seafood the way you like it?”, I finally
ask. They agree, I buy a part of the stuff needed and they the rest. An old
song says: “By the sea, life is more tasteful; by the sea, I love you much
more…” Spending time with them, the tropical taste and the way of loving
becomes lively in me. The aromas are cilantro, onion, green chile, octopus,
shrimp, winkles, oysters, scallops, lime, crunchy tostadas (thin fried
tortillas) and beer with it´s bubbles, busting like fireworks in my mouth.
Everything is wonderful and it turned hallucinating when blue giant shrimp were
taken out, to prepare a ceviche to me!!! And made it clear: “a privilege of
fishermen”. Can I ask anything else to life?, my senses taken to the limit
burst, when one of Ivan´s cousins arrives with several sacks of oyster just
taken out the estuary and the ocean. Oysters, get in my mouth smelling to ocean
foam, one after another one; while they tech me the difference between them.
Today has been a feast of emotions; the menu in my
palate: blue shrimp ceviche, three varieties of fresh oysters and octopus, winkle,
shrimp, scallop, oyster cazuelita.
Grata lectura, hasta los olores, sabores y emociones casi casi llegan al parejo.
ResponderEliminar...ah, y una cosa leve: casi todos los poblados pequeños en México sí son de bicicleta, de ahí el pésimo gusto de quienes quieren soslayar eso al decir despectivamente "pueblo bicicletero" como para dar a entender que es un poblado quredado en la historia, primitivo, sin horizonte. Más primitivos somos quienes vivimos en grandes ciudades
ResponderEliminarSi te hice llegar los aromas y emociones me siento honrada. Referente al tema de las bicicletas, Berlín es el rancho bicicletero más maravilloso que conozco. Cómo me sorprendí al llegar y ver a los señores en sus trajes caros y elegantes portafolios sujetados a la bicicleta...qué cambio de paradigma. Hagamos de todo Nayarit un mejor lugar bicicletero.
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